Paula García-Masedo

Verso


16.04.2021 - 18.06.2021

apertura viernes 16.04.21 de 16:00h a 20:00h

Beatriz Alonso y Paula García-Masedo



Su día a día era muy llevadero; en realidad, solo había que estar ahí y acompañarlo. Estar ahí para ella, con ella. Observando minuciosamente cada pequeño detalle de su floración escalonada, dilatada, tranquila, ese alcance de la plenitud que siempre pienso en francés: l’épanouissement. Termina marzo y empieza abril, un tiempo que habla de un momento feliz; aunque este año arrastre consigo cierta tristeza, la primavera empuja, la flor persiste. Desde aquí pasamos los días observando y recogiendo flores, aquellas que la ciudad nos brinda, nada desdeñables, por cierto. Por ahora, nuestra recolección parte de un gesto impulsivo, emocional, en cierto modo salvaje, que responde a la necesidad inmediata de un momento concreto, a la pura supervivencia que dictan los tiempos, sus tiempos.


Te imagino entonces en tus largas caminatas, cruzando la calle, el río, el monte; recorriendo los senderos angostos, entre almendros y vacas; bufa el viento y aprieta el último sol del invierno, azotando y curtiendo la fina piel del rostro. Agua incesante, deshielo y primavera, una vida que se deja atrás, otra que pulsa y comienza.


Entre vida y vida, el hielo y el agua, entre el invierno y la primavera, la pura hierba de enero y la aparición súbita de cientos de campanillas amarillas una mañana,

hay un verso,

hay un surco que gira, un movimiento, un compás. Un tiempo siempre transicional, uno en el que aparecen turbulencias como remolinos en las piedras grandes del río. Remolinos como nudos en caminos zigzagueantes donde, como en una trenza, se entrelazan líneas de tiempo, puntos de contacto.

Nuestras historias son como una trenza,

como una cesta.


La leña, en cada casa, alimenta una lumbre. En el hogar se quema el paisaje: troncos de rebollo, ramas de los ciruelos del huerto, de encinas de El Molar, que está algo más lejos.


Combates el frío con madera dura de la zona y noticias viejas: tronco seco y texto reducidos a cenizas, como cuerpo pulverizado y esparcido en algún mar o monte luego de su combustión lenta, dolorosa. Alimentar el agua, la tierra, con hueso, grasa, diente, pelo, uña, más agua, más grasa. Por aquellos días el aire se respiraba denso, más que de costumbre, y la ciudad apestaba: pensaba entonces en los hornos trabajando sin descanso. Quizá por eso este año la primavera se siente tan nueva, como si fuera la primera en mucho tiempo.


Con la grasa, el agua de río y las cenizas haces jabón, y con este te vas adhiriendo al renacer que el cambio de estación arrastra consigo: elementos que se ligan como tiras de otra trenza que amarra los pelos sueltos, despeinados. Así también las voces aquí convocadas se van entretejiendo.


El jabón requiere un, dos, tres, cuatro versos. En orden inverso: una espuma gelifica parda mientras la giras, una grasa saponifica amarilla mientras la hierves, una lejía lixivia ámbar cuando cuelas sus cenizas, un agua de río se hace básica cuando reposa con las cenizas que tamizaste durante unas horas.


Tu coreografía en cuatro tiempos se me antoja como una mayonesa hecha a mano, emulsionada con ritmo constante y pulso firme, sin prisa, sin miedo, a base de movimientos circulares en la misma dirección y aceite generoso en hilo fino. Al igual que la flor, las mezclas que trabaste durante largas horas existen porque existe el receptáculo que las contiene.


Tú escribiste que el jabón era aceite sucio que quita aceite limpio. Pintura que transforma.


Pienso en los dedos pringosos de una mano llena de aceite y en la mancha que, como una historia, como una anécdota, se propaga ad infinitum sobre el tejido de algodón que los roza. La mancha impregna la tela; un cuerpo absorbe a otro; se convierten en uno hasta que los dedos arrugados de otra mano se obstinan en difuminarla, en sacarla. Contra piedra o tabla, en el río o el lavadero, esta mano está llena de grietas que el propio jabón, con forma que se adapta a ella, va secando, va curando. Dijiste que el jabón cura, cura lento [por el frío].


El trabajo es duro, de los más duros como siempre, pero no están solas, se acompañan unas a otras. Las blusas livianas, arremangadas, los brazos al sol, al viento, con las criaturas a la espalda o custodiadas de cerca. A la intemperie, cantando, tramando, mientras la ropa limpia se va secando en los prados.


Junto a los caminos, en los prados, miro aparecer las flores –l’épanouissement–, en este orden, que sin duda es erróneo y solo tiene que ver con el reloj de mi propia atención:

chirivitas

violetas

celidonias menores (Ficaria Verna)

campanillas amarillas (Narcissus Bulbocodium)

el cerezo aliso

las flores del musgo

mil ranúnculos de agua (cancel de las ninfas)

dientes de león


Arriba subiendo el Arroyo de la Sierra, en la zona de invernada, miro también:

los espinos en flor, como nubes entre los rebollos

un único narciso pálido (Narcissus triandrus subsp. pallidulus)

la primavera, Primula Veris (cuyo nombre significa por primulus, primero, de temprana floración, y veris, verdadero, primera verdadera, primogénita de primavera)

miles de flores moradas diminutas

unas flores azules debajo de helechos marrones

y otras muchas de las que no sé el nombre.

Paula García-Masedo (Madrid, 1984) estudió Arquitectura en la Universidad Politécnica de Madrid (2011), el Máster en Proyectos arquitectónicos avanzados en esa misma universidad (2013), y el Programa de Estudios Independientes del MACBA (2018). En 2019 resultó ganadora del Premi Miguel Casablancas y de una Ayuda a la creación de artes visuales de la Comunidad de Madrid, y con anterioridad recibió el Premio COAM 2015 y el premio Se busca comisario. Su trabajo se ha mostrado en Twin Gallery, D11, la Sala de Arte Joven, CC Sant Andreu, Matadero Madrid, Centro Centro, La Escocesa o La Casa Encendida. Su obra se encuentra en la Colección de la Comunidad de Madrid, del Ayuntamiento de Madrid - Museo de Arte Contemporáneo, entre otros. Es docente en el IED Madrid. Ha publicado dos libros con Caniche editorial y actualmente codirige un espacio de arte en Valencia, Pols.